lunes, 5 de agosto de 2013

Como se siente


Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj […]
(Julio Cortázar – Instrucciones para dar cuerda a un reloj) 

Uno de los textos que más tiempo han inundado mi cabeza, la verdad no me acuerdo la última vez que vi aquel anuncio que contenía este texto, pero sin duda volvió a crearme esa adicción que tenia, oculta, por este trozo…

Los relojes son una maravilla tecnológica, nos sirven para dar hora, para organizarnos, para sobrellevar nuestro día a día, pero también nos conformar parte por parte. No considero que sería la misma persona sin algo tan material como un reloj, cada uno de ellos, han formado y han vivido experiencias junto a mí. No quiero discriminar a mis lectores, por pocos o muchos que hayan de ellos, la verdad, todos tenemos una posesión que nos posee al final de cuentas, pero a veces tengo la extraña impresión que esa cifra va aumentando, no digo que la moda domine a todo ser viviente, culto o inculto, con originalidad o sin ella, solo aclaro que cada vez nos intentamos identificar por mas posesiones materiales.

¿Se puede considerar eso, una evolución sana e independiente? Nuestra identificación con objetos creados en masa, es solo un aviso de la falta de independencia de nuestra especie. Entiendo que como formamos parte de un ecosistema somos participe de él, sin embargo, creo que nos equivocamos al decir que nuestra razón nos diferencia de los animales y nos hace mejor. No creo que una razón coherente sería capaz de identificarse con relojes, gafas y/o otras pertinencias del adolorido mundo moderno. Eso es nuestra propia vanidad, nuestras ansias de destacar en cosas vanas, no en cosas importantes. Dudo que sea un problema de respuesta clara, o quizás solo estoy consiguiendo crear más confusión en algún lector, es tan solo… que yo también me encuentro confundida, confundida por el mero hecho que las personalidades más importantes son las que menos posesiones personalizan. Por contrariedad, nosotros queremos personalizar más objetos para evitar que nos llamen “sin personalidad”.

La razón de éxito de muchas de estas personas de carácter público es el exceso de originalidad, las frases bien recogidas, sus sueños hechos realidad… Su suerte es haber sido exitosas, la nuestra es querer imitarlos y perder nuestra esencia en pequeños artículos que dan la hora, que nos abrigan los pies, que nos llevan a otros lugares. OLVIDAMOS que sin todas nuestras posesiones, nosotros seguimos siendo nosotros.


(A.)