El momento correcto en el lugar correcto, es una faceta de
la muchos nos hacemos dueños para explicar acontecimientos que tienen cierta
“casualidad”, por ejemplo saliendo a una predeterminada por estados de ánimos,
importancia del compromiso(o de la falta del mismo), creemos fluir según los
deseos del universo, y que bajo la percepción perfecta del mismo, nos movemos
para causar algún movimiento trascendental que nos marque como seres únicos e irremplazables.
Pepita salió en una tarde de lluvia, con su paraguas
naranja, comprado en la famosa tienda de las esquina de su casa (dígase un todo
a 100), en el cual se encontró a un hombre de cabellera morena… se miraron y no
se dijeron nada, pero ellos hablaban un idioma gestual. Volviendo, ese día de
lluvia parecía un domingo cualquiera, frío lluvioso y para quedarse en casa,
pero Pepita decidió salir a caminar, cruzando el puente cercano a su casa,
levantó la mirada del suelo y otra vez estaba ese caballero…sin dorada armadura.
Un ejemplo tan vano como el que acabo de retratar nos da a
entender, que estaban predestinados, que ellos eran el uno para el otro,
seguramente que acabarían en matrimonio, porque encontrarse en un “todo a 100”
y luego cerca del lugar donde se camina.
Ahora ¿Se debe a las fuerzas metafísicas del universo? ¿Se
debe a esa perfecta correlación tiempo/espacio/sentimientos? ¿No tenemos
control sobre nuestro “destino”, si es que el mismo existe?
El destino es una palabra creada para contener todo aquello
que nosotros no llegamos a entender por la falta de experiencia, falta de
conocimiento, falta de todo aquello que nos falta. Podría ser una religión,
quizás si, los devotos al destino (y la creencia de su existencia) entienden
que el tiempo lo pondrá todo en su lugar, creen en que cada humano tiene un
momento, un segundo, un perfecto espacio. Y sin embargo… Nadie les demuestra lo
contrario.
¿Entonces es un conocimiento universal?
(A)
(S): te contestare en breves.
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